Almudena Amor y el principio de la incertidumbre

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Almudena Amor es una actriz que para muchas personas apasionadas del cine español todavía puede sonar a intérprete desconocida. Y no es nada raro porque la madrileña acaba de aterrizar en la gran pantalla con dos papeles de gran importancia. Tanto en “El buen patrón” como en “La abuela”, esta joven de 27 años demuestra que hizo bien en seguir lo que su corazón marcaba. Abrirse paso por la puerta grande en un mundo tan complicado como es el audiovisual requiere de talento, temple y paciencia.

Timidez y fuerza contenida

La incertidumbre se abre paso sobre la mente cuando nos damos cuenta de que todo esto va en serio, que ya nada es un sueño. Pero si algo queda claro tras sus dos primeras apariciones en el séptimo arte es que Almudena ostenta el brillo propio de quién quiere seguir evolucionando en su mayor pasión. El reflejo de alguien que busca su camino y que todavía ve lejos la meta, aunque muchos le pretendan hacer ver que ya la ha cruzado.

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En “El buen patrón” se habla del funcionamiento de las básculas. Y es precisamente el personaje principal el que necesitaba un buen equilibrio con el resto del reparto para que la película encontrase un equilibrio total. Javier Bardem en un platillo y Almudena Amor en el otro componen una de las subtramas más interesantes de la balanza que es la última cinta de León de Aranoa. Julio Blanco va poniendo una marcha más mientras Liliana contiene su confianza. La diferencia de poder estabilizada por la necesidad de romper la mampara que separa lo prohibido de lo posible.

Timidez contenida en la sonrisa, fuerza destilada en la mirada

Una mirada casi estática, a veces, por parte de la joven becaria de Básculas Blanco, basta para remover los cimientos del mejor personaje que verá nuestro cine en 2021. La sutileza de Almudena Amor en la interpretación verbal y la gestual se funden para dar muestra de dominio absoluto de la escena. En el reparto de “El buen patrón” todos saben medir y calibrar energías para llegar a los sitios que el guion propone.

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Y con el personaje de Liliana el espectador siempre tiene curiosidad. Una intriga comandada por miradas, gestos y sonrisas llenas de timidez frente a la cámara que nos acaban de llenar de realismo las retinas. Por mucho que el principio de la incertidumbre siga llamando a la puerta de Almudena Amor durante los próximos meses, la actriz debe saber que es esencial luchar por quedarse. Si entrar en los créditos de una película de gran calibre ya es difícil, hacerlo en dos con solvencia es símbolo ineludible de talento.

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