David Martín Porras y Lidia Nene nos han atendido con motivo del estreno de la película La piel en llamas durante el 25 Festival de Málaga. El filme supone una adaptación de la obra teatral homónima de Guillem Clua que tanta repercusión ha tenido por todo el mundo. Director y actriz nos han contado sus experiencias con este rodaje y nos han dado algunas claves acerca del proceso de grabación de un largometraje que también cuenta con Oscar Jaenada, Fernando Tejero y Ella Kweku en el reparto.
No es la primera vez que David Martín Porras presenta un trabajo en el Festival de Málaga. El cineasta salmantino ya había presentado algunos cortos en ediciones anteriores del certamen y ahora regresa a la ciudad costasoleña con un largometraje que pretende hacer reflexionar al público.
“Siento que estoy creciendo. No quiere decir que presentar un largo sea mejor que presentar un corto. Me siento muy contento con mi carrera y lo he pasado muy bien haciendo cortometrajes que incluso me hicieron estar nominado al Goya. A Jorge Luis Borges lo conocemos, aunque solo escribió cuentos en su vida y no por eso es un escritor menor. La emoción es la misma, pero esta historia en concreto requería ser un largometraje y esto emocionado y muy contento por poder compartirla con los espectadores.”
Una obra de teatro previa
David Martín Porras conoció la obra teatral La piel en llamas en Estados Unidos, país en el que reside, y desde que vio la función quedó enamorado del guion. A partir de aquí se puso en contacto con Guillem Clua para ir elaborando una adaptación que no tardó mucho en estar lista para buscar ser producida.
“Guillem escribió la obra en 2005 con motivo de la reacción de la guerra de Irak cuando las calles se llenaron con el “no a la guerra”. Yo en ese momento ya estaba viviendo en Los Ángeles y llevo allí 15 años de mi vida. En 2018 una alumna me comentó que esta función estaba en un teatro de Chicago. Por orgullo de profesor y de querer conocer la compré y me encantó. Me enamoré de la historia y contacté con el autor. A partir de aquí estuvimos trabajando juntos y fue muy divertido porque a finales de 2018 y principios de 2019 estaba el guion terminado. Buscamos productor y a los once meses Álamo Producciones y Secuoya apostaron por el proyecto.”
La recomendación de Esteban Crespo
Encontrar a Lidia Nene para interpretar a una de las protagonistas no fue casualidad. David Martín Porras recibió la recomendación de Esteban Crespo, quién ya había dirigido a la actriz en su película Black Beach.
“La obra de teatro no está ambientada en ningún país en concreto. Nunca sabes qué país es. En teatro esto funciona muy bien porque puedes rellenar mentalmente los huecos. Sin embargo, cuando pasas al cine en un momento en el que las películas se ven en el mundo entero gracias a las plataformas, si pones actrices blancas o asiáticas ya estás ambientando en un territorio concreto. Yo tenía mucho interés en ambientarlo en un país africano para darle visibilidad a conflictos importantes de la historia de este continente que se desconocen en muchos lugares. Di con Lidia a través de Esteban Crespo porque me dijo que hizo un trabajo espectacular en Black Beach.”
Residir en Estados Unidos ha hecho que la forma de hacer cine de David Martín Porras haya evolucionado con el paso del tiempo. Además, la profesionalización que tiene el cine en Norteamérica es una garantía.
“Creo que me he dejado influenciar más por el cine americano, aunque también soy fan del cine español y el cine europeo. De hecho, Buñuel es uno de mis referentes. Algo que sí he notado es que me ha profesionalizado mucho. En Estados Unidos al margen del arte se entiende la industria cultural como un trabajo. Puede ser arte también, o no, pero ante todo somos profesionales con unos horarios, unos derechos laborales o unos sindicatos y sueldos mínimos. Ese trabajo tiene una serie de responsabilidades y a mí me calma mucho afrontar cada película como un trabajo.”
Interpretar a un personaje tan complejo no fue nada sencillo para Lidia Nene. Todo condicionado, en gran parte, por las diferencias entre la actriz en la vida real y la mujer a la que daba vida en La piel en llamas.
“Tuve que hacer un trabajo monumental. Fue necesario desarrollar instinto maternal y el hecho de que el personaje había vivido una guerra. Eran dos cosas que a mí se me iban de las manos. No tengo ninguna experiencia a nivel personal con la que pudiese trabajar y acceder a eso. De repente cogí y dije vamos a tener que imaginar. Estuve muchísimos días viendo documentales y como soy de Senegal lo utilicé para tener un lugar en el que ubicarme. Imprimía imágenes y las asociaba con personas o sitios. Me creé el personaje de forma que si a mí me entrevistaban desde el personaje te podía decir hasta el color favorito de mi hija sin pensarlo. Creo que eso me ayudó a encontrar el núcleo.”
Para David Martín Porras dirigir requiere saber apoyar al resto del equipo. En este sentido, el cineasta siempre procura crear un gran ambiente de trabajo dentro del set para que nadie
“En el rodaje tuvimos muy buen ambiente. La principal labor del director es que tú estás para apoyar a los otros. Mis frustraciones me las llevo a mi casa y las comparto con mi pareja. Pero yo no concibo estar en el set gritando a un actor. Me esfuerzo por crear un espacio seguro en el que los actores puedan estar cómodos. Todo esto forma parte del oficio puro y duro al margen del talento. Yo tenía un lenguaje definido junto al director de fotografía, pero si algo surgía por parte de los actores estábamos abiertos a verlo.”
Precisamente esta manera de trabajar por parte de David Martín Porras no ha pasado desapercibida para el elenco del filme. Es por esto que Lidia Nene ha destacado el respecto por la actuación que se vivió en el rodaje.
“A mí lo que más me gustó es que David respeta mucho la concentración y la intimidad de los actores. El hecho de decir los planos que quería con mucha seguridad hacía que se generase una atmósfera de concentración. En cada escena se respetaba eso y es muy bueno porque muchas veces se olvida.”
Un montaje complejo y bien culminado
Contar con pocas localizaciones y un cast reducido requiere de un buen montaje para dar dinamismo al guion. En este sentido, Martín Porras encontró el incondicional apoyo de Fran Gutiérrez para dar cohesión a todo el filme.
“La película se montó mucho sobre el guion. Todas las transiciones de una habitación a otra son planos secuencia o en ocasiones se generan por montaje paralelo. Todo se rodó de tal manera que pudiese encajar en el montaje. Luego es verdad que conté con la gran labor de Fran Gutiérrez, que es un gran montador que trabajó en las películas de Cesc Gay o “La teta asustada” que estuvo nominada al Oscar. Nos entendemos muy bien y repensamos mucho, sobre todo la estructura de los “flashbacks”. Me gusta mucho el suspense y el misterio y por ello intenté traer todos los códigos del thriller para que te enganches por saber qué va a pasar para digerir el drama”.
Y, por desgracia, La piel en llamas he llegado a la gran pantalla en un momento en que la guerra ha hecho acto de presencia muy cerca. Los conflictos bélicos siguen y David Martín Porras analiza este hecho.
“Demuestra que es un tema universal que nunca pasa de moda. Ahora creo que la película es más necesaria que nunca. Es muy curioso porque en 2004 todos salíamos sin tapujos a gritar en contra de la guerra, se nos llenaba la boca. Todos los políticos estaban a una criticando a un partido en ese momento de derechas. Ahora hay otra guerra y el “no a la guerra” a nadie le importa. Vemos de forma completamente normal que un gobierno de izquierdas envíe armas y que la Unión Europea por primera vez en la historia haya roto su neutralidad armamentística. La piel en llamas es incómoda porque realmente la Unión Europea se está retratando y en el fondo de lo que hablamos es lo mismo”.