Crítica de la serie “Doctor Portuondo”: sesiones de terapia en Filmin

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“Doctor Portuondo” es la primera serie original de Filmin cuyo estreno se llevará a cabo el 29 de octubre en la plataforma. Carlo Padial y Carlos de Diego han adaptado la novela homónima para ofrecernos seis episodios en los que asistiremos a unas sesiones de psicoterapia muy especiales. El humor tan reconocible de Padial salta de nuevo a la palestra para ofrecernos inteligentes diálogos que nos hacen disfrutar de cada fragmento de 30 minutos de metraje.

El poder de la mente

Al ver la primera temporada de “Doctor Portuondo” muchas incógnitas nos asaltan durante el arranque. Estas sesiones de terapia entre el doctor Portuondo y su peculiar paciente harán que poco a poco nos interesemos mucho por todas las aristas de la mente humana. El excéntrico terapeuta cubano, afincado en Barcelona, mantiene una forma muy personal de tratar a las personas que visitan su clínica.

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A través de un excelente montaje de Jaume Martí, la serie nos va mostrando mediante imágenes los propios pensamientos del personaje interpretado por Nacho Sánchez. En “El arte de volver” ya nos quedamos maravillados con el talento del actor abulense. Ahora, en la ficción de Filmin, el intérprete explora de lleno las posibilidades de un joven paralizado por la ansiedad de lo cotidiano.

A lo largo de los diferentes episodios nos vamos dando cuenta de que lo más simple a veces se puede volver muy complejo, desbordante. Esto pasa precisamente con “Doctor Portuondo” al transformar una charla en algo mucho más interesante fruto de una escritura de guion cuidada. El humo de la pipa que siempre acompaña al doctor parece dilucidar en muchos momentos la mirada clavada al frente del protagonista.

“Doctor Portuondo” nos hace analizar comportamientos

La primera serie original de Filmin cuenta con una exploración de personajes más que interesante. La personalidad de Carlo Padial a la hora de rodar queda de manifiesto a la par que el espectador va cuestionándose los múltiples giros mentales del protagonista. El simple hecho de acudir al supermercado o de pedir una pizza a domicilio, son acciones que en esta ficción no pasarán como un acto más por parte de los intérpretes. Solo el título de cada capítulo ya nos hace vaticinar que algo diferentes está por venir. Y es que bien es sabido que si por algo destaca Padial es por contar con estilo propio que no nos deja indiferentes.

Como si de un combate de boxeo mental se tratase, ambos personajes van intercambiando golpes que nos mantienen atentos a un duelo por resolver los interrogantes. Nosotros mismos formamos parte, sin darnos cuenta, de esa psicoterapia que nos atrapa y que nos hace plantearnos hasta nuestra propia realidad.

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