“Espíritu sagrado” es la primera película del director Chema García Ibarra que nos adentra en el universo de lo cotidiano. A través de las calles de Elche, la ciudad en la que vive el realizador, se nos va induciendo en una trama que sorprende por el hipnotismo que produce al espectador. Disfrazar lo que vemos en nuestro día a día en casi una obra de ciencia ficción nos lleva a pensar en los múltiples puntos de vista de aquello que consideramos rutinario. El largometraje se ha estrenado en el Festival de Sevilla.
Siguiendo con la línea narrativa marcada en sus cortometrajes, García Ibarra nos presenta un universo identificable. Nos encontramos a unos personajes de lo más peculiares. Y son especiales por el mero hecho de comportarse como la gente que conocemos. Todos llenos de pequeños gestos, ideas y aptitudes que al ser contempladas con naturalidad llaman la atención. El filme adquiere un carácter surrealista que nos hace reír ante lo incómodo de algunas situaciones. Sin saber los motivos hemos quedado atrapados en las ideas de esta asociación en busca de fenómenos paranormales.
Libertad a la hora de interpretar
Lo que realmente no saben es que lo más esotérico reside precisamente en ellos, en sus familias y en sus vínculos. Se nota que un espléndido Nacho Fernández gozó de toda la libertad posible a la hora de transmitir las ideas del guion. El protagonista de “Espíritu sagrado” nos hace empatizar desde las primeras secuencias y la pequeña Llum Arques también demuestra su desparpajo para afrontar peso en el guion.
Una identidad visual que destaca
Tampoco podemos pasar por alto la identidad visual de “Espíritu sagrado”, dotada en gran parte por el celuloide, que ha logrado Ion De Sosa en la dirección de fotografía. Una sobresaliente labor que se mimetiza con la acertada dirección de arte para generar un universo que flota durante todo el metraje. Hasta el bar que aparece en la película ha mantenido el diseño adoptado para el rodaje. Y es que al final, los lugares y personas que vemos en nuestro día a día pueden estar más cerca de la ficción de lo que pensamos.
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