Natural, como la vida misma. Así podríamos definir a La consagración de la primavera. La nueva película del director Fernando Franco cuenta con ese componente de verdad, tan importante en este tipo de cine, que acaba por hacernos conectar con la narración casi sin darnos cuenta. La protagonista del filme, Valeria Sorolla, despliega una interpretación orgánica que no necesita de ningún artificio para explorar toda la esencia de Laura.
Necesidad de libertad interior
En La consagración de la primavera, los espectadores asistimos a una completa evolución interna de los personajes que nos va embaucando con el paso de las secuencias. El personaje de Laura tiene que afrontar una nueva etapa con los miedos heredados de una adolescencia muy conservadora. No obstante, pronto, la necesidad de buscar libertad interior hará que esta chica encuentre en la casa de David un remanso de tranquilidad. La inquietud pronto torna a hogar.
Valeria Sorolla otorga a Laura una sobresaliente naturalidad que nos permite conocer el trasfondo psicológico de esta joven. Por medio de silencios, miradas, suspiros y dudas, no tardaremos mucho en conocer los sitios a los que nos quiere llevar el filme. Además, los gestos de complicidad y las sonrisas entre los protagonistas nos llevan a sentirnos casi intrusos de un intimismo cargado de una magia que no queremos romper.
Oportunidades para talentos todavía ocultos
A sus 25 años de edad, Valeria Sorolla ha encontrado en Laura a una compañera de viaje perfecta para encontrar esa consagración necesaria en toda carrera interpretativa. Un papel protagonista en un filme con alma y corazón de esos que hacen brillar a los intérpretes con talento. De hecho, el largometraje de Fernando Franco sirve para abrir los ojos y, a la par, demostrar que dar oportunidades a rostros menos conocidos es crucial en nuestra industria.
Ojalá más papeles en el cine para Valeria, para Telmo y para todas esas personas dedicadas a la interpretación con ansias de abrirse en canal ante papeles repletos de lugares por explorar. Al final, como en La consagración de la primavera, esto va de la importancia de las primeras veces y de encontrar el momento para iniciar procesos que marcan toda una vida.
