Edén es el título de la primera película de la directora Estefanía Cortés cuyo estreno se producirá en cines el 28 de octubre de 2022. La cinta, protagonizada por Marta Nieto, Charlotte Vega, Israel Elejalde y Ramón Barea, narra una historia que versa sobre el deseo de morir de cuatro personas. Nos encontramos ante una cinta de autor, rodada con personalidad, en la que un extraño y frío magnetismo nos va atrapando a lo largo de las diferentes secuencias.
Cuatro pensamientos que dejan huella
No lo va a tener nada fácil Edén para abrirse hueco en medio de una taquilla plagada de películas de mayor presupuesto. No obstante, las características del largometraje y las salas en las que se va a proyectar el filme, nos llevan a pensar que la producción encontrará su público. En la media por copia está su liga. Y argumentos tiene, desde luego, para ganar enteros en el boca a boca de los espectadores que se atrevan a adentrarse en este lugar repleto de incógnitas.
Sin duda, Edén es una de esas películas que basa en las interpretaciones y en la técnica formal su mayor baza. Todo el elenco está a un buen nivel y se desenvuelve, con precisión, entre una férrea y pausada composición de escenas que dan poca tregua a los diálogos. Porque estamos ante un filme en el que lo que los personajes dicen quizás no tenga tanto que ver con lo que están pensando. O tal vez sí. En esta duda sobre la personalidad de cada uno de los cuatro visitantes de este lugar, perdido en mitad de la montaña, navegaremos durante un metraje que, aunque en algunos momentos se antoja áspero, siempre mantiene ese punto de interés que nos hace querer llegar hasta el final.
Del duelo al grupo
En Edén, los personajes se adentran en este peculiar edificio para iniciar un camino que se antoja corto en lo físico pero largo en lo emocional. Comenzamos asistiendo a varias secuencias en las que, de dos en dos, los cuatro protagonistas nos van mostrando algunas de sus aristas. Duelos interpretativos que desembocan en una parte final en el que los cuatro intérpretes nos conducen al desenlace. En la película, Estefanía Cortés opta por ir dosificando el caudal de unas emociones que van creciendo a la par que el metraje avanza. La escena que comparten Marta Nieto con Charlotte Vega, en la piscina del recinto, ya nos da muestras de ese componente místico que lo conecta todo. Aquí, ambas actrices, nos hacen ver que las miradas, la pausa, el impulso y el silencio jugarán su papel fundamental.
Las interpretaciones de Israel Elejalde y Ramón Barea también se ajustan a la sutileza global de la cinta. A fin de cuentas, todo tenía que estar bien hilvanado interpretativamente para que la temática del filme mantuviese el tono necesario. Así, con el paso de los minutos, nos vamos adentrando en el momento existencial de cada protagonista para entender los motivos particulares de una decisión común.
Si definimos Edén con un color sería el azul. Sin embargo, pronto descubrimos que una aparente luminosidad, trabajada por Pedro Vendrell Martínez, también conduce a senderos oscuros. Ahora, solo queda esperar para ver cómo se desarrolla el paso por la taquilla española de este filme que no deja indiferente.
Para “abrirse hueco en medio de una taquilla plagada de películas de mayor presupuesto” primero hay que distribuir la película, en cantidad y en tiempo, porque si de más de 3.600 salas que hay en España se proyecta en menos de 10 y durante apenas 2 semanas, competir es matemáticamente imposible.
Por ello, “ver cómo se desarrolla el paso por la taquilla española de este filme” nos ofrece unos datos de menos de 6.000€ de recaudación y poco más de 1.000 espectadores.
Pero, ¿de quién es la culpa? ¿De la productora, que no sabe gestionar la distribución? ¿De los responsables de la programación de las salas, que rechazan la película (cuando y/o si es que se la ofrecen)?
Escribo esto, meses después, no solo como apreciación sino también como queja, porque desde que leí la sinopsis de la película, antes incluso de su ¿estreno?, he querido verla, pero fue imposible en cines, y es imposible en cualquier otro medio (ni pirata siquiera).
Por otro lado, resulta un poco irritante que Internet esté plagado de noticias y críticas sobre una película que el 95% de los lectores de esa información no va a poder ver (esto se puede hacer extensible a otras obras, como la última de Eduardo Casanova, por ejemplo).
Haciendo una comparación un poco exagerada, es como anunciar en televisión, en varios canales y en varias franjas horarias, un producto que no se puede comprar porque no se vende en España. ¿Para qué se anuncia?
Entiendo la cinefilia de los que publican críticas en blogs y webs, y su pasión, a veces altruista, por compartirlas con todo el mundo, y agradezco ambas cosas como cinéfilo adicto, pero en ocasiones como esta, genera un poco de “rabia”.
Citando una celebérrima frase, “lo digo sin acritud, pero lo digo”.