Entrevista con Santiago Fillol, director de la película Matadero

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Fotografía: Lolo Vasco

Santiago Fillol es el director de la película Matadero. El filme, estrenado durante el 19 Festival de Sevilla, explora un relato fundacional sobre la lucha de clases. Nunca nadie se había atrevido a convertir en película este texto que ahonda en el totalitarismo del régimen de Juan Manuel de Rosas. Sin lugar a dudas, era necesario asumir riesgos para retratar estos acontecimientos que tuvieron lugar en Argentina a durante la primera mitad del siglo XIX. Compartimos un agradable rato de charla con Santiago Fillol, en un banco de los Jardines de la Buhaira en Sevilla, para comentar algunos de los aspectos más destacados de esta coproducción entre Argentina, España y Francia.

¿Era necesario asumir los riesgos de atreverse a contar esta historia en el cine?

El cine siempre surge si te metes en problemas. El relato de Esteban Echeverría es un relato fundacional y cuenta esa lucha bestial entre las clases bajas populares y las clases altas ilustradas. Me hace pensar mucho y a la vez entender por qué nunca se había adaptado al cine. Por ejemplo, aquí en España hacer una película sobre VOX asesinando inmigrantes sería muy complejo. A la vez, si lo piensas, ¿Cuál sería el relato fundacional español?

Supongo que trabajar con un director de fotografía de la talla de Mauro Herce, ganador del Premio Goya en 2020, ha sido determinante a la hora de rodar Matadero.

Mauro es un hermano, alguien con el que trabajo desde hace muchas películas juntos. Tanto él como Luis Bértolo (ayudante de dirección) o Cristóbal Fernández (montador) somos como una panda de hermanos. Tenemos la necesidad de que cada largometraje que hacemos nos sirva a todos un poco como grupo, que no solo haya crecimiento para el que está dirigiendo. Mauro es un director de fotografía extraordinario, con una implicación brutal. Anoche mismo estaba llamando al proyeccionista para tratar de corregir dos cosas.

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Las películas son como partituras que los espectadores tocan

Un equipo técnico que, además, acostumbra a hacer importante la visión del espectador

Para nosotros las películas son como partituras que los espectadores tocan. Es una música escrita en la que el verdadero intérprete es el espectador. Es un poco, salvando las distancias, como Las Meninas de Velázquez. Un cuadro en el que nunca nadie se fija tanto sobre cómo está pintado cada uno de los personajes. Lo que produce la obra en la persona es que el cuadro te mira. Lo que tú estás mirando se centrifuga para afuera y te hace sentir lo que no estás viendo.

¿Cómo vivieron los actores y actrices este rodaje en el que resultaba complejo imaginar la forma del resultado final?

Con mucho amor y mucha confianza. Ha sido un trabajo muy bonito de participación. Como dice Vicente, al comienzo de Matadero, uno nunca sabe lo que filma hasta que lo ve en grande. Es esa vieja sensación que solíamos tener con las fotografías analógicas. No sabes lo que has mirado hasta que no revelas la foto. Para mí es emocionante la confianza de un grupo humano con producir algo que nunca sabemos exactamente cómo va a terminar de ser. Te devuelve cosas que creías y que no sabías que habías mirado.

https://www.youtube.com/watch?v=j1VD1-diozA&ab_channel=FestivaldeSevilla

El cine es meterte en problemas

¿Cómo afrontó Santiago Fillol el rodaje de una película llena de personalidad como Matadero?

Siempre es complejo. Creo que el cine tiene que ver con eso, con hacer cosas que te desbordan un poco. Subirte a un caballo medio salvaje que sabes que te va a tumbar muchas veces. Lo que tú intentas hacer no es tanto domar el caballo, sino sostenerte ahí. El tipo de cine que hacemos nosotros tiene más que ver con esa experiencia de meterte en problemas y no querer hacer algo que sea rentable directamente. Intentamos hacer algo que sea casero. Es como pensar qué te gusta más, si la comida del supermercado o la que ha hecho alguien artesanalmente.

Santiago Fillol además de director de cine, es profesor en la Pompeu Fabra de Barcelona. ¿Cómo ve el futuro de esta cantera de jóvenes cineastas más cercanos al cine artesanal que a la producción de películas con fines comerciales?

Cuando uno va compartiendo sus experiencias con los jóvenes, se sienten más vivos. Es mucho más interesante perder los papeles que pensar en qué estás trabajando para un resultado concreto. Es ver cómo te sientes más vivo, si haciendo una foto sin querer, con tus amigos, o probando mil selfies hasta que es la selfie perfecta porque sabes que te van a dar no sé cuántos likes. Tienes que sentir que la puedes cagar y que metiendo la pata o perdiendo el equilibrio a lo mejor, solo a lo mejor, nace algo que no sabías. Jacques Lacan, el famoso psicoanalista francés, decía que hay una distinción muy contundente entre ver y mirar. Puedo mirar tu reloj, pero eso se desgasta. En cambio, ver es como el ciego que sale del baño, desnudo, y de repente siente que una puerta se abre. Eso es la mirada, que se te meta en la piel. El cine está más hecho en relación con la mirada que se cala en la piel. Sentir que esto que tú miras te devuelve la mirada.

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